La reciente campaña electoral dentro del sindicato UPSRA de la seguridad privada ha dado lugar a un panorama de tensión y confrontación, donde la «derrota» de Ángel García a manos del candidato moyanista Christian López ha sido el eje central. Este conflicto, más que una simple contienda electoral, refleja las profundas divisiones y la lucha por el poder que han caracterizado la organización sindical durante décadas.
Ángel García, ocupó la dirección del sindicato durante más de 45 años, se enfrenta a un debilitamiento significativo al haber perdido 92 de las 155 mesas electorales originales. Este hecho, según denuncia el sector liderado por López, revela las estrategias de García para consolidar su poder mediante procedimientos considerados fraudulentos, incluyendo la intención de llevar a cabo elecciones en locaciones donde los fiscales de la oposición no tendrían acceso. Esta táctica ha sido interpretada como un intento de facilitar un «magnífico fraude del oficialismo», algo que ha estado en el centro del debate electoral.
Christian López, por su parte, ha señalado que la impugnación legal de estas maniobras ha sido una clara victoria para su sector, que ahora se ha consolidado como una alternativa legítima ante la Lista Azul encabezada por García. La intervención de la Justicia y la Secretaría de Trabajo, que ha llevado a la postergación de las elecciones, refuerza la narrativa de López sobre la lucha por la transparencia y la democratización dentro del sindicato.
Además, desde la Lista Azul se ha denunciado la falta de conocimiento de los trabajadores sobre la realización de estas elecciones en sus lugares de trabajo, evidenciando un desentendimiento por parte de la dirigencia histórica. La respuesta de López ha sido rápida, comenzando con la notificación a cada uno de los puntos afectados, con el fin de alertar sobre lo que consideran manipulaciones estratégicas por parte de García.
De cara a las elecciones del 11 de diciembre, el ambiente se torna caldeado, no solo por la búsqueda del poder dentro del sindicato, sino también por la atención que sectores empresariales y políticos prestarán a una contienda que simboliza una posible ruptura con un sistema sindical que ha estado altamente institucionalizado y protegido por diversas alianzas políticas. La legitimidad y la renovación del liderazgo en UPSRA representan no solo un desafío para García, sino también una oportunidad de cambio profundo para la estructura de la seguridad privada en Argentina.
En conclusión, la contienda electoral en UPSRA no es meramente un enfrentamiento entre candidatos; es un reflejo de las dinámicas de poder que han moldeado el sindicalismo en el país. Las elecciones del próximo mes son vistas no solo como un momento crucial para los involucrados, sino como un indicador de la dirección futura del sindicalismo argentino y su capacidad para adaptarse a las demandas de sus afiliados.